jueves, 17 de febrero de 2011

EN PORTUGUÉS


RESISTENCIA

Ha telefoneado para decirme que me envía un poema por correo. “No importa si no lo lees. Es lo de menos”, me explica. “Sólo imagínalo en su viaje sellado por máquinas infalibles; clasificado por funcionarios según procedimientos y normas. En el fondo de una sucia saca, entre publicidad y facturas, siguiendo los trámites de un mundo que rechaza por naturaleza. ¿No es como un rayo de sol en la bruma de una novela de las Brontë?”. Hoy he recibido el sobre con su franqueo reglamentario y en el interior una cuartilla doblada por la mitad. Es cierto que estaba en blanco y no había ningún poema, pero no puedo decir que en ella faltara la poesía.

RESISTENCIA

Telefonou para dizer que me envia um poema pelo correio. “Não interessa se o vais ler. É o de menos”, explica-me. “Imagina-o apenas na sua viagem selado por máquinas infalíveis; classificado por funcionários conforme procedimentos e normas. No fundo de um saco sujo, entre publicidade e facturas, seguindo os trâmites de um mundo que repele por natureza. Não é como um raio de sol na bruma de um romance das Brontë?”. Hoje recebi o envelope com a sua franquia regulamentar, e no interior uma pequena folha de papel dobrada pela metade. É certo que estava em branco e não havia poema algum, porém não posso afirmar que nele faltasse poesia.

El sitio justo (Colección Palabra Ibérica) Punta umbría, 2008

Traducción al portugués de Tiago Nené

lunes, 7 de febrero de 2011

CONCIERTO

El jueves, 10 de febrero, a las 22:30 La Gran esperanza Blanca actuará en La Edad de Oro (C/San Jacinto 3, Valencia) a favor de la ONG "Escoles de Nicaragua". Junto a ellos estarán los grupos Un Mar Al Sur y Perros de Lluvia. La entrada es gratuita entregando algún útil de escritura, como bolígrafos, lápices, libretas, lápices de colores, etc...Para que os vayáis haciendo a la idea de lo que podréis ver aquí dejo este vídeo.


sábado, 5 de febrero de 2011

ENDOSCOPIA


El médico introduce por tu faringe un tubo con una microcámara para averiguar las causas de ese pertinaz dolor de estómago. Acaso por mantener la cabeza ocupada y no ceder terreno al pánico, tratas de visualizar el viaje que él sigue en una pantalla, y a tu mente acude esa escena de La Guerra de las Galaxias, en que la nave de Skywalker avanza por un oscuro y estrecho desfiladero, perseguida por enemigos enviados desde la Estrella de la Muerte.
Es curioso cómo las imágenes internas del cuerpo te han sugerido, desde la infancia, el espacio exterior e infinito. Todavía puedes verte de niño contemplando una radiografía, como si fuera un mapa del cosmos y tu neumonía la Vía Láctea. Hasta tu hijo en aquel monitor, conectado al vientre de tu esposa, te pareció una constelación a la que no hallabas la forma humana que ella te describía.
Después de comprobar lo interminables que pueden resultar unos minutos, en los que has perdido la entereza y babeado sobre la camilla y emitido sonidos guturales que trataban de expresar tu angustia, el doctor arranca de ti su espada y hace un primer diagnóstico.
-Nervios en el estómago -te adelanta, con un tono que te tranquiliza.
Y, entre los hallazgos de la exploración, no aparece materia cósmica, rastro de esperanzas que estallaron en tu espacio interior como planetas. Nada del polvo estelar que, al apagarse, dejaron tus proyectos inconclusos, ni de esa luna de los castillos en el aire donde nunca hollaron tus pies. De una nebulosa de cosas perdidas, antes de llegar a poseerlas, que sientes en tu aparato digestivo como el brillo anacrónico de un sol, extinguido hace miles de años y cuya luz te quema ahora.
-¿De qué están hechos mis nervios? -le preguntas, aturdido-, ¿de estrellas que no se formaron?
El médico finge que no te oye y, tal vez para ocultar su desconcierto, comienza a escribir en una receta algo que te resulta ilegible, y dudas que sea el remedio que consiga por fin que Skywalker deje de huir, dentro de ti, de las tropas imperiales. Por un momento vuestras miradas describen la misma órbita, e ingenuo crees que ha recibido tu llamada de socorro. Pero un gesto y comprendes que no hay señales de vida ahí afuera, una respuesta que calme tu dolor verdadero.
Tres pastillas diarias –se limita a indicarte-. Una después de cada comida.
Tú tomas el papel y lo disculpas sin pronunciar ni una palabra: no es más que un médico y sólo sabe de vísceras y estómagos. Él, aún contrariado por tu insólita pregunta, te da a entender con su silencio que tu tiempo ha terminado. Luego te evita y, por el interfono, llama al próximo paciente.
“Que la fuerza te acompañe”, parece decirte, deseando que te vayas.

jueves, 3 de febrero de 2011

CHINCO-TRE-CHINCO-TRE-CUATROCINCOCHEI

Después de mucho tiempo, regresa la gloriosa sección Radio Moñas, con un impagable vídeo de la gran -y lo de gran no lo digo con ironía- Rafaella Carrá. En estos tiempos que corren es necesaria la poesía, pero no viene mal, de vez en cuando, una sonrisa. Disfrutad del espectáculo.