viernes, 30 de septiembre de 2011

CABALLOS DEPRIMIDOS


¡Qué tragedia! Llevaba tiempo esperando la noticia, pero no por eso ha sido menos dolorosa. El sólo hecho de pensarlo, me dolía. Y, al fin, mis peores presagios se han cumplido. La gloriosa Generalitat Valenciana, en su ola de recortes, ha arruinado la vida a mi caballo. Sí, como lo oyen. Ha suprimido el torneo de hípica que organizaba (llamado, Global Champions) –como la Formula 1, la copa de América, las actuaciones del Papa- y ha dejado a jinetes y caballos sumidos en la más profunda depresión. ¿Qué va a ser de mi caballo? Esta tarde se lo he tenido que contar para que no se entere por periódicos y televisión. Lo he hecho con delicadeza, mientras le daba su infusión de alfalfa. ¿Qué va a ser de Blasquito? Ahora, si no salta ni corre, empezará a engordar. No podrá estrenar sus herraduras nuevas que le compré en Dolce y Gabbana. Su blancos dientes criaran sarro y el blanco pelaje se le hará amarillento. Se tendrá que buscar la vida en pesebres de mala muerte. ¡Qué gobierno el nuestro, el de la Generalitat Valenciana, más irresponsable! Siempre perjudicando con sus recortes a los más desprotegidos. Los caballos, que nunca se quejan. Más valía que le recortasen el sueldo a los funcionarios, a los médicos, a los profesores, a los policías, a los bomberos. No sé en qué están pensando. Y que se preparen los tenistas, los conductores de Formula 1, los papas de Roma. Ellos serán los próximos damnificados. Ellos, que dan su vida por el entretenimiento de esta Comunidad valenciana y que tanto han hecho porque sea conocida en la alta sociedad europea. ¡Si vierais cómo me mira mi caballo mientras escribo estas líneas! Sabe que algo malo está ocurriendo y se me parte el alma. Bebe, Blasquito, bebe tu infusión de alfalfa que pronto vendrá Rajoy y nos lo arreglará todo. Los malos tiempos pasarán. Estoy seguro. Volverán los días triunfales en que Calatrava cagaba a la orilla del río Turia y alicataba su obra de trencadis. Y regresarán las mañanas en que tipos vestidos con polos inmaculados y gafas de marca navegaban en la Copa América, para orgullo de los de nuestra estirpe. Y allí estaremos nosotros para verlo, Blasquito. Juntos para celebrarlo. ¡Ojalá mandase en la Generalitat nuestra gran alcaldesa, Rita, y no ese descastado de Fabra! Ella sí qué sabe. Lo primero que ha suprimido ha sido la Mostra de cine del Meditteráneo. Para qué gastar dinero en películas tunecinas, francesas, argelinas o griegas que nadie veía.  A ver si por fin derriba el Cabañal y lo llena de pistas de padel.  ¡Qué gran mujer, Blasquito! ¡Qué gran mujer!