sábado, 20 de septiembre de 2008

EN PORTUGUÉS





















A veces la red te da sorpresas agradables. Navegando por páginas web y blogs, he descubierto un poema nuevo mío, traducido al portugués. Como sabéis, mi último libro El sitio justo está publicado en portugués y castellano, por lo que hace muy poco la revista del Algarbe "Sulscrito" me pidió unos poemas para su segundo número. Le envié tres del nuevo libro que estoy escribiendo, que aparecieron publicados en castellano. Pues bien, ahora uno de estos poemas -Barrios baixos-, aparece traducido por gentileza de Henrique Fialho, al que no tengo el gusto de conocer, en un blog llamado Insónia, del cual os dejo el enlace por si queréis echarle una mirada. Lo fácil sería que yo os pusiera la traducción del poema al castellano aquí, pero no lo voy a hacer. Jugad a traducirlo. Se entiende bien.

jueves, 18 de septiembre de 2008

CESARE PAVESE


Este año se cumplen cien años del nacimiento de Cesare Pavese. Nació en Santo Stefano Belbo en 1908. Tradujo al italiano a escritores norteamericanos lo que influyó en sus poemas altamente narrativos . Fue un luchador antifascista, militante del partido comunista italiano que, agobiado y deprimido, se suicidó en agosto de 1950 tomando dieciséis tubos de somníferos. Sé que quizá esto suene algo extraño, pero cuando lo leí con veinte años me atrajeron enormemente sus poemas- relatos, que me recordaban mucho, no tanto por lo que contaban sino por las imágenes que se crea en ellos, a la literatura negra americana. Maravilloso su largo poema Los mares del Sur. Aquí uno de los poemas que se me quedó grabado. Sirva de homenaje .



DOS CIGARRILLOS

Cada noche es una liberación. Se ven los reflejos
del asfalto sobre los paseos que se abren lúcidos al viento.
Cada tipo que pasa tiene un rostro y una historia.
Pero en esta hora no existe el cansancio: Los faroles, a miles,
están a disposición del que se detiene a encender un fósforo.
La llamita se apaga sobre el rostro de la mujer
que me ha pedido lumbre. Se apaga por el viento
y la mujer, desilusionada, me pide otra vez fuego
y se vuelva a apagar: la mujer ríe ahora, sumisa.
Aquí podemos hablar en voz alta y gritar,
porque nadie nos oye. Levantamos la vista
a las muchas ventanas – ojos que duermen apagados –
y esperamos. La mujer encoge los hombros
y se lamenta por haber perdido el chal de colores
que le servía de estufa en la noche. Pero basta apoyarse
contra la esquina y el viento es sólo un soplo.
Sobre el cansado asfalto ya hay una colilla.
Este chal lo trajeron de Río, pero dice la mujer
que se alegra de haberlo perdido, pues me ha encontrado a mí.
Si el chal llegó de Río, atravesó la noche
sobre el océano iluminado por la luz del gran transatlántico.
Noches de viento claro. Era el regalo de un marinero.
Ya no está el marinero. La mujer me susurra
que si subo con ella, me enseñará el retrato,
rizado y bronceado. Navegaba sobre sucios barcos
y limpiaba las m áquinas; pero yo soy más guapo.
Sobre el asfalto ya hay ahora dos colillas. Miramos hacia arriba:
la ventana de allí, en lo alto – me dice la mujer – es la nuestra.
Pero arriba no hay estufa. Por la noche, los barcos perdidos
tienen muy pocas luces o sólo las estrellas.
Cogidos del brazo cruzamos la calle, jugando a calentarnos.

martes, 2 de septiembre de 2008

PRAGA


He vuelto de mi viaje a Praga y Budapest. Días maravillosos, hermosas ciudades y recuerdos que espero que me sirvan para lidiar con el tedio y la rutina que me aguardan en la vuelta al trabajo. De las trescientas fotografías que hemos hecho podría poner la de algún monumento o paisaje de los que hemos disfrutado estos días, pero me quedo con esta instantánea que nos hizo Mª Angeles a mi hijo Guillermo y a mí, en pleno compadreo y risas por las calles de Praga. De lo que hablábamos, me lo guardo.