Viva Aminetu Haidar
En esta batalla a muerte entre una mujer sola y la monarquía alauita ya hay un perdedor. Puede haber más, pero ya hay uno y bien claro. Marruecos ha cometido un terrible error de cálculo, de consecuencias que todavía no alcanzan a calibrar los máximos responsables del callejón sin salida en el que se han metido. Pase lo que pase, haga lo que haga Aminetu Haidar, Rabat ya ha perdido esta batalla desigual, en la que confiaba transferir el entero problema y la entera responsabilidad a Madrid. Incluso si Haidar abandona la huelga de hambre sin conseguir su objetivo, no será ella, ni mucho menos, la perdedora, sino el monarca marroquí.
Mohamed VI ha querido comportarse como hubiera hecho su padre, con la frialdad de corazón que le hizo temible y famoso; pero lo único que ha conseguido ha sido ponerse una trampa a sí mismo y regalar así a la causa saharaui la mejor bandera que podía soñar. Aminetu Haidar, una madre de familia sencilla y obstinada, ha borrado en tres semanas la imagen negativa que tenían los saharauis, como militantes de una causa perdedora y maldita, señalada por su entrega al autoritarismo izquierdista y a una lucha armada sin perspectiva alguna. Los saharauis han conseguido con Haidar lo que los palestinos, mucho más visibles, todavía no tienen: ese símbolo puro e inocente de la resistencia individual, pacífica y digna, con fuerza moral y valentía física para levantarse ante la opresión y la ausencia de respeto y reconocimiento.
La única respuesta de Rabat a una ciudadana indemne que se niega a reconocerse individualmente como marroquí ha sido la expulsión y la desposesión de la ciudadanía, a menos que se reconozca como súbdita y se someta al monarca. No se dan cuenta el monarca y sus amigos pretendidamente modernizadores que no es sólo la causa saharaui la que están reforzando sino que fragilizan también a la propia institución monárquica.
Marruecos había conseguido consolidar sus posiciones en España, donde el pragmatismo político ha ido conduciendo a muchos a apartarse del inviable proyecto saharaui. Ahora esta decisión esta revertiendo las cosas y Marruecos está perdiendo el capital de simpatía y de comprensión acumulados durante años. Y sólo falta que su gobierno y sus representantes exhiban impúdicamente las armas de la inmigración, el tráfico de droga y el terrorismo, como chantaje para que sea Madrid quien le resuelva el problema creado exclusivamente por su actitud despreciativa hacia sus ciudadanos.
Visto lo visto, sería de desear que Haidar dejara inmediatamente su huelga de hambre. No ha conseguido el objetivo individual que se había propuesto: que le devuelvan su pasaporte marroquí sin obligarla a reconocerse como lo que no es. Pero ha conseguido algo mucho mejor para su causa: el pueblo saharaui está vivo, vuelve a estar en el mapa, se halla otra vez en marcha, pero esta vez no por absurdas amenazas de guerra, sino precisamente por lo contrario, por la fuerza descomunal de la lucha pacífica. Por eso, ahora que su pueblo vuelve a estar vivo, Haidar debe seguir viviendo.
Luís Bassets (Publicado en El País digital 8-12-09)
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