jueves, 27 de mayo de 2010

UNA HISTORIA ANTIGUA

UNA HISTORIA ANTIGUA


La encontré en una librería con una novela en las manos.
Estuve tan cerca que pude leer el título, pero ella no me vio.
Veinte años sin saber de su vida y no le dije ni una palabra..
Preferí no asesinar al adolescente que aún sería dentro de ella
y que no sabía encontrar adjetivos para el sabor de su saliva.

No quise sustituir con el presente a ese extraño que en su memoria
llevaría mis huellas dactilares y creería en lo que ya no pienso,
como ella había suplantado allí mismo, con el rostro labrado por los años,
a la princesa de ojos azules, poco dotada para el baile,
que daba vueltas en mi recuerdo con el encanto de su torpeza.

Parapetado tras unos estantes donde estaban los libros de poemas,
entre los que se encontrarían los de Neruda y los versos que tantas veces leímos,
vi cómo se marchaba, probablemente, para los próximos veinte años
y me alegré de la decisión -tan inútil como hermosa-
de que aquella mujer que ignoraba que siempre los llevó consigo
siguiera guardando como un fósil los restos de mi juventud.
Fue agradable pensar que en el bolso de aquel ser que ya era otro,
junto al pintalabios y los desengaños, las llaves y lo que no se ha cumplido,
yo existía en los fotogramas de una extraordinaria película
donde era joven e inmortal y nada estaba perdido.

Un tiempo virtual que aquella tarde no quise destruir con un saludo.
Quizá porque creer que el fuego existe después de haberse apagado,
con tanto viento que he visto pasar y convertirlo en brasas,
sea uno de esos actos de fe necesarios que me ayudan a vivir.
A olvidar las palabras que, a destiempo, aprendí para su saliva.
Veinte años de adjetivos que pesan como la decepción y el humo.


Cabos sueltos ( versión 2010)

1 comentario:

delia dijo...

Eres especial para que los momentos verdaderamente importantes lo sean. Quizás sean solo "instantes" pero aceleran el corazón.