Se me hace raro hablar de fútbol en un Blog literario (o algo así). Mi amigo Uberto Stabile me mandaría al carajo de estar presente, y no descarto que lo haga por e-mail. Odia el fútbol. Lo suyo es la poesía. Y de la buena. A quien le interese, el día de la final de Copa, o sea, mañana miércoles 16, a las 5 de la tarde en la Facultad de Filologia (Avda.Blasco Ibañez, aula 404), hablará de lo suyo. Parece que lo haya hecho adrede. Es un iconoclasta. Sin embargo, mi amigo Cisco Fran, cantante, escritor y alma del grupo valenciano "La gran Esperanza Blanca", y mi colega Fernando Garcín, me aplaudirán por hablar de deporte rey en este Blog. Y ellos también, como Uberto, se dedican a la poesía. Lo del fútbol, como todo, es cuestión de gustos. Esto viene a cuento porque máñana el Valencia CF juega la final de Copa del Rey en Madrid contra el Getafe. Es curioso que, a pesar de la temporada tan nefasta que está haciendo, de sus directivos -tan provincianos, como muchas cosas de esa otra Valencia que a algunos no nos agrada-, y de que se haya prescindido de tres jugadores emblemáticos como Cañizares, Albelda y Angulo, que a mi mujer tanto le gustan (sobre todo Cañizares), sigamos -Fran, Fernando y yo, además de muchos otros- siendo seguidores del Valencia. Yo he intentado quitarme del vicio, pero no he podido. Podemos cambiar de mujer o marido, de casa, de banco, de partido político -ejemplo en España hay muchos-, incluso, ya que somos literatos aún sin calle, de forma de escribir, pero nunca podremos hacerlo de equipo de fútbol. Soy del Valencia desde la infancia. Mi padre fue acomodador del estadio y yo me iba con él dos horas antes del partido, que era cuando comenzaba su trabajo. Por supuesto, entraba gratis. Yo aprovechaba la soledad del estadio para saltar al campo y pisar la hierba, un sueño en aquellos días en que jugábamos al futbol en campos de tierra, y casi de patatas. Eso hizo que, aún hoy, conserve autógrafos de muchos jugadores de aquella época, del Valencia y de otros equipos. Entre ellos no falta la firma del gran Kempes. Hace muy poco, el ya mencionado Cisco Fran, gran coleccionista de cromos, me regaló uno de Keita, unos de los primeros jugadores extranjeros que jugaron en el Valencia, cuando sólo se autorizaban dos por equipo. También, no faltaría más, tengo su autógrafo. Lo conseguí en una de aquellas tardes de la infancia. Por cosas como estas, a veces pienso que el Valencia sólo juega para mí. Pueden estar viéndolo cientos de miles de personas, pero seguro que nadie ve al equipo que yo contemplo en mi interior. Desde ese punto de vista, es cierto, hay cientos de miles de Valencias (y no precisamente químicas). Un equipo por cada persona que lo ve. Pero eso no cambia nada. Yo tengo el mío, exclusivo -como lo tienen Cisco Fran y Fernando-, y que va unido a cientos de recuerdos, anécdotas y vivencias, que para mí sí que tienen que ver con la poesía. Un equipo no exento de cierta abstracción, del que nunca formaron parte los torpes directivos, la violencia y las malas artes, y los fanatismos estúpidos. Por eso, sin saber qué ocurrirá mañana, no puedo otra cosa que manifestar mi condición de "hincha" del Valencia ("hincha", una palabra casi perdida y que me remite a un personaje de los tebeos que animaba a un equipo llamado "Pedrusco FC"), pero de un Valencia que mañana jugará para mí en el salón de casa. En exclusiva. ¡Amunt!
2 comentarios:
Como bien afirmó recientemente Fran, se trata de razones genéticas, las mismas que las mias, la mejor forma de honrar a la familia. Espero que el espiritu de Carrete o Kempes, Mendieta o el Piojo esté presente esta noche, y a pesar de la crisis en que vive el Valencia, hoy debe ser "ganar o ganar". Si perdemos seguiremos siendo valencianistas. Si ganamos otra vez habremos tocado la gloria. Amunt Valencia per sempre
Fui a Madrid con un rictus de escepticismo, aunque en lo más hondo de mí revivía los éxitos recientes y no tanto de nuestro equipo. Ese rictus me duró lo que dura la saliva de un beso en una mejilla durante un paseo temerario por el desierto. El olor a pólvora en un lugar y tiempo extraños me enloquecieron. bendita locura. Y mi rictus dejó paso a los ojos extraviados y los brazos alzados al cielo, a los puños rabiosos y a la voz en fuga y captura. Mata, Alexis, Morientes... junto a Mendieta, Piojo López, y... Kempes, siempre Kempes. Amunt!
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