lunes, 7 de septiembre de 2009

SOLDADOS


SOLDADOS

Un amigo me regaló un casco inglés de la segunda guerra mundial que compró muy deteriorado y restauró para mí. Cuando alguien viene a casa y al verlo en mi escritorio pregunta, sé que espera que le hable de la guerra, que nombre trincheras y batallas, el horror o las hazañas del soldado cuya cabeza ocupó su hueco. En cambio, yo le cuento del amigo y de su empeño por limpiarlo de óxido, por borrar las impurezas del tiempo y aplicar con precisión la pintura. Yo le describo a la mujer que, más allá, sigue cómplice sus maniobras, y a sus hijas que juegan a pillar alrededor de la mesa de trabajo, ignorando que hasta su alboroto es parte del íntimo hilo de Ariadna que une ese antiguo casco a la madeja de mi memoria, y lo convierte en un objeto distinto al que el visitante mira. “¿Y en el frente?”, insisten todos. “¿A quién perteneció en la guerra?”. Como si ellos no supieran que nunca estuve en el campo de batalla.

De El sitio justo (2008)

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