jueves, 19 de diciembre de 2013




CARABLANCA

         Todos, alguna vez en la vida, hemos sido el payaso de la cara blanca. El tipo serio, cabal, que se preocupa de los demás y del buen funcionamiento de las cosas, pero que, a pesar de ello, recibe el tartazo en la cara. En un país sudamericano hay una cárcel donde recluyen a los payasos de cara blanca que, hartos de humillaciones, dieron un paso al frente. Clowns que vaciaron las cuencas de los ojos, sesgaron las arterias del cuello, desgarraron los intestinos y abrieron en canal el estómago del payaso Augusto que se reía de ellos y, encima, recibía los aplausos.

Sobre los finales felices (Inédito)

2 comentarios:

Luisa Hurtado González dijo...

No hay demasiados payasos de cara blanca de modo que los que estén en esa cárcel porque lo son, se han hartado, han matado y demás has de ser... muy pocos. No parece mal plan. A sus anchas, desahogados, con un buen arsenal de chistes,... me lo voy a pensar. También porque una vez que te quitas el maquillaje, tampoco te conoce nadie.

Rafael Camarasa dijo...

Hola, Luisa. Estamos en un mundo de carablancas hartos de tantas cosas que un día explotaremos. Aun a riesgo de ir a esa imaginaria cárcel sudamericana. Un saludo