Hay veces que, por casualidad, llegan a ti cosas del pasado. Hoy me ha sucedido con esta canción. Recuerdo que tendría yo dieciséis años cuando la oí por la radio y la grabé en una cinta de cassette. No tenía idea de quien la cantaba y, aún hoy, si no llega a ser por Internet no lo sabría. Pero el caso es que me encantaba. La ponía a todo volumen en el radiocassette Sanyo, cerraba la puerta de mi habitación y la cantaba como un poseso. "Lady Love, Lady Love". Me subyugaba la voz de aquel tipo. Profunda. Cavernosa. Y esos arreglos orquestales que recuerdan a Burt Bacharach y al sonido Filadelfia -no confundir con el queso-, tan de los setenta. Como anécdota diré que mi padre y mi hermano cuando me oían cantar esta canción encerrado en mi cuarto, se reían de mí y venían a chincharme. Debía parecerles gracioso que en una época donde en la radio triunfaba Camilo Sesto y los demás seudocroners españoles, a mí me gustase una canción tan rara. Si, es cierto, puede que sea un poco hortera, pero a mí me sigue atrayendo. Y en aquella cinta tenía grabadas más canciones que, buenas o malas, no se oían en los 40 principales. Ya iba formando un gusto ecléctico y algo raro, lleno de fragmentos y retazos que me llegaban de aquí y de allá.
Algo así me sucedía con el cine. Recuerdo que en una de las sesiones dobles del cine Ribalta de Valencia, mezclada con alguna de chinos, vi una película que se quedó grabada en mi memoria. Era extraña, se salía del tipo de cine de acción que nos gustaba en aquella época, y a todos mis amigos les pareció un "rollo". En cambio, a mí me atrajo profundamente. No la entendía del todo, a esa edad no acababa de cogerle el hilo, pero en ella había algo diferente que me decía que aquella película era especial y tenía algo. De ella guardé la imagen de una mujer que llevaba casi todo el tiempo puestas unas gafas estilo John Lenon. Gracias a eso pude averiguar muchos años después que la pelícua en cuestión era Las dos inglesas y el amor del gran François Truffaut.
Volviendo al principio, os diré, para quien no lo sepa, que el cantante se llama Lou Rawls y era una de las grandes voces del soul y el sonido funky. Murió este año. Curiosamente la noticia la he visto en la página de los 40 principales. Pero para mí siempre será la voz extraña que en ese mismo país que vemos en la serie Cuéntame, me cautivaba y, de alguna manera, anticipaba que mis raros gustos no eran los de la gran mayoría.
2 comentarios:
Lou Rawl es una de esas voces desconocidas para el gran público y que pasó de la década de los sesenta a la de los setenta, envejeciendo en un estilo que iba cerrándose sobre sí mismo y encogiéndose entrando en las discotecas por la puerta pequeña y quedando sepultado entre los vatios de sonido y lo hortera. Isaac Hayes, Marvin Gaye, Bobby Womack, Curtis Mayfield o Gary U. S. Bonds, muchos de ellos sobrevivieron gracias a siu inclusión en bandas sonoras de películas black-explotation, como Shaft. Es un sonido que a mí me transporta a tiempos felices donde no tenía muchas de las preocupaciones que ahora me incomodan. Tiempos en los que degustar un Chupa-Chup sabor fresa o rasgar sobres de cromos eran vórtices emocionales que aún me hacen girar alrededor del sentido último de la existencia. Grandísima voz la de Lou Rawls.
Me ratifico en lo que dije en otros comentarios. Es un placer tener entre los visitantes de este blog a voces tan autorizadas que hablan de música como verdaderos maestros. Yo como tú, en la época de esta canción, también vivía en un mundo de cromos, chucherías y partidos de fútbol los sábados por la mañana contra el equipo de la calle de atrás. En la medida que podamos, sigamos visitando esos lugares a través de la música y la poesía. Un saludo
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