viernes, 26 de diciembre de 2008

IRVING LAYTON (1912-2006)


En los años ochenta, publicado por la editorial Hiperión y traducido por Salustiano Masó, apareció un libro titulado Poemas de amor, de un tal Irving Layton, que cayó en mis manos en la Biblioteca Municipal y que devoré con avidez. Nunca había leído hasta entonces una poesía tan descarnadamente erótica y sensual, irónica, tierna y con tan reconfortante descaro. Años después, como si los eslabones de la vida se diesen sentido uno a otro, descubrí que Layton era uno de los maestros de Leonard Cohen, quien le ha dedicado poemas y canciones. Hasta Ana Belén, en un disco de los noventa, nombra a este poeta en una de sus canciones. En castellano hay muy poco traducido de él, pero el libro que os he mencionado aún puede conseguirse y os aseguro que pasaréis un buen rato, además de tener aseguradas unas buenas risas. Puede parecer exagerado, pero a pesar de haber leído poco más de Irving Layton, fue en ese libro donde encontré el tono que quería dar a mi escritura. Aquí os dejo un poema.

LA BOCA PERFECTA

Nunca, lo juro,
en ninguno de mis viajes
vi labios tan perfectamente definidos
tan flexibles, tan suaves,cuya curva me
enloqueciera,
como lo hacía la redondez de su barbilla.

Escúchenme todos:
noches enteras no pude dormir
por pensar en su boca perfecta
y en plena luz del día
podía mirar fijamente los suaves y rellenos labios
como un hombre ciego
a quien recién se le ha concedido la vista

Si pudiera cumplírseme un último deseo
pediría ver una vez más
el orificio carmín
que me mantuvo esclavo durante tanto tiempo,
perdonaría todo; todo,
las mentiras, insolencias y engaños
de labios tan perfectos y hermosos.

Y observar una vez más los pétalos rosas
abriéndose ante mi hombría
para destilar el familiar perfume,
provocando que mi cuerpo se retuerza con placer
mientras ella lleva el esperma en su impecable boca,
el espasmo final
volviéndose mi temblor postrero.

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