sábado, 31 de mayo de 2008

ALGUNOS CORAZONES SOLITARIOS (3)

FORTUNA
Coincidieron en la carretera. Esperaban la buena suerte. Un conductor que se detuviese en la noche para llevarlos a cualquier sitio. Ella sacó su pitillera, el hombre encendió una cerilla, y al comprobar que no quedaba tabaco los dos soplaron a la llama. No pronunciaron sus nombres. Ninguna dirección. Ningún dato. Nada que al día siguiente les pudiera tentar a buscarse. Compartieron la habitación y los secretos que sólo se cuentan a los desconocidos, y se amaron con la fuerza que poseen los que no se volverán a ver nunca. Al alba repartieron el jabón que siempre se roba en los moteles, y se separaron en la carretera sin saber su próximo destino. Antes prendieron una cerilla y ambos soplaron sobre ella. Una temblorosa hebra de humo que ascendió entre sus bocas surgió cuando los alientos se cruzaron en la llama.

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