jueves, 1 de mayo de 2008

LA VIEJA GUARDIA


Hace tiempo que andaba buscando esta foto, y por fin la encontré. En ella estamos cinco amigos -todos poetas (lo digo sin ninguna pretensión)-, allá por el noventa y seis, a la puerta del bar Cavallers de Neu, donde nos habíamos conocido en los ochenta y en el que habíamos pasado decenas de noches, como esa de la foto, entre poemas, copas y risas; muchas, muchas risas. De izquierda a derecha se puede ver a Uberto Stabile, F.F. Meneses, Fernando Garcín, Javier Bosch y a mí, Rafa Camarasa, con más pelo -sobre todo yo- y menos kilos. Creo que fue en la presentación del libro de Fernando Garcín en la colección "Diarios de Helena" de Jesús Zomeño, otro buen poeta y amigo de Elche. Al menos, Fernando sostiene, como se puede ver, el libro en la mano. Esta semana pasada de abril, doce años después, he vuelto a reunirme con dos de ellos. El jueves 22, como ya anuncié en el Blog, se presentó mi último poemario, "El sitio justo", en la Feria del libro. Javier y Fernando no pudieron acudir, pero como si lo hubieran hecho, y a mi lado estuvieron Uberto Stabile, como coordinador de la colección Palabra Ibérica, y F.F. Meneses, profesor de literatura y escritor, que fue quién hizo la presentación. Todo salió perfecto, encantador e íntimo -ya se sabe que la presentación de un libro, a no ser de Ruiz Zafón, suele ser íntima, y no hay acritud en mis palabras, como diría aquél-. Dado que Uberto al día siguiente tenía que presentar en la Universidad un libro que reúne todas su obra poética, y una antología de poemas del malogrado Raúl Nuñez, ambos libros publicados bellísimamente por la editorial canaria Baile del Sol, F.F. Meneses -a partir de ahora, Paco- y yo nos citamos para ir al evento, que para no ser menos, también resultó perfecto, encantador e íntimo. La anécdota sucedió en el hall del lugar donde se celebró el acto. Paco llevaba algunas semanas hablándome de un poema de Uberto Stabile, cuyo título no recordaba, que para él le resultaba memorable, de lo mejor que había escrito. En su casa, según me dijo, había pasado días buscándolo en los viejos libros de Uberto, pero no lo encontraba. Tras preguntarle allí mismo al propio Stabile, éste le reveló el título. Debo decir que, antes de todo esto, habíamos ido a la mesa donde se vendía el libro y lo habíamos estado hojeando. Como he dicho antes, es una cuidada edición que comprende toda la obra de Uberto, por lo que es un libro de los que podríamos llamar “gordos”, lo que hacía que su precio fuera algo elevado. Si mal no recuerdo, valía alrededor de 25 euros, así que, sintiéndolo en el corazón, no lo compramos. En nuestra disculpa diré que tenemos, si no todos, casi todos los libros de Stabile, y que como bien apuntó Paco, estábamos a final de mes y algo flojos de liquidez. Entonces fue cuando sucedió todo. Paco le pidió el libro a un conocido del público, menos tacaño que nosotros y que sí lo había comprado, y lo abrió por el poema en cuestión. Me pidió que lo sujetará y, ni corto ni perezoso, sacó el móvil, conectó la cámara y le hizo una foto. Hasta me pidió que apartara un poco el dedo pulgar con el que tapaba algún verso. La editora de Baile del Sol, un poco más allá, nos miraba sorprendida. Yo le expliqué que éramos fans incondicionales de Uberto, pero pobres, y ella sonrió con cara de circunstancias. Le dije que era el primer pirateo de poemas que se hacía en España -no así de música-, y ella volvió a sonreír sin decir nada. Probablemente, no había palabras para aquello. Mientras tanto Uberto, más allá, reía nuestra ocurrencia. Bien mirado, pensé volviendo a casa después de dejar a Paco, no habíamos cambiado tanto. Quizá estemos un poco más mayores que en la foto, no podemos negarlo, pero siempre que tenemos la oportunidad de estar juntos lo pasamos bien, y seguimos haciendo gamberradas como las de entonces. Como le dije a alguien que me entrevistó hace poco en un recital, la poesía sólo ha sido la excusa que hizo que los cinco de la foto nos conociéramos, pero, como veis, ni siquiera nos compramos unos a otros los libros. Eso es lo de menos. Lo bueno de verdad es que esa foto sigue estando aún viva. Muy viva. Y coleando.

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